Antonia Crestani, estudiante de Enfermería, logró el tercer lugar en salto de garrocha en el Sudamericano de Guayaquil

Los mejores atletas de Sudamérica se reunieron en Guayaquil, Ecuador, en el  Campeonato Sudamericano de Atletismo, categoría sub-23.Conoce su experiencia en esta competencia en esta entrevista.

Fecha: 28 de diciembre 2021

¿En qué consistió tu participación en el Sudamericano de Atletismo Sub23?

Yo soy saltadora de garrocha, por lo que fui a competir en esa prueba obteniendo el tercer lugar, luego de Colombia y Brasil con una marca de 3.90 metros, la que constituye mi mejor marca. no saltaba desde mayo por lo que fue una competencia bastante peleada pero entretenida.

¿Cómo fue la experiencia?

Muy buena, en ese momento estaba en muy buen estado físico y mental, por lo que me sentía segura de lo que podía hacer. Además, el equipo de atletas que se formó fue muy bueno y de mucho apoyo entre los mismos deportistas. Fue muy gratificante ganar la medalla y saltar la marca que salté, porque el año había estado duro y esto me mostró que el esfuerzo había valido la pena.

¿Sueles participar de campeonatos deportivos?

Sí, compito por el Club Deportivo UC y en campeonatos internacionales como sudamericanos y panamericanos.

¿Cómo surgió tu pasión por el deporte?

¡Desde que tenía 4 años mis papás me inscribieron en gimnasia artística y me encantaba! Fue pasando el tiempo y luego en el colegio decidí comenzar con el atletismo. En ese momento mi entrenador actual, Jaime Wood, me preguntó si quería hacer garrocha y le dije que feliz. Además, en mi colegio tenía muchos referentes de atletas y recuerdo pensar que quería ser cómo ellas cuando era chica. Continué entrenando hasta que pasé a cuarto medio y decidí dejarlo porque sentía que quitaba mucho tiempo con mis amigas y mi vida social en general. 

¿En qué momento te reencontraste con la garrocha?

Estuve fuera hasta el año 2020 cuando decidí volver a reencontrarme con la garrocha, pero esta vez porque yo tenía ganas y quería pasarlo bien, sin ninguna obligación. Entrené todo el año en mi casa por la pandemia, donde pude recuperar todo lo perdido y a finales de ese año volví a tocar una pista. Este año me fue muy bien y mejor de lo que jamás esperé, por lo que todos mis objetivos y proyecciones cambiaron, motivándome mucho a seguir y a gozar este deporte que me gusta tanto. 

¿Cómo compatibilizas el deporte con la Universidad?

La Escuela de Enfermería siempre ha sido una parte muy importante para poder desarrollarme como deportista. Antes de contar más, quiero decir que, a diferencia de otros deportistas, a mÍ realmente me apasiona demasiado la enfermería, entonces fue muy difícil elegir qué cosa priorizar al momento de tomar decisiones. Siento que podría haber tomado el camino fácil y salirme de la carrera o cambiarme a otra menos demandante en términos de tiempo y prácticas, pero es tanto lo que me gusta la enfermería, que jamás podría hacer otra cosa. 

Compatibilizar es complicado, pero se puede. Al principio de cada semestre me reúno con las profesoras de los distintos ramos y les explico mi situación: que tengo viajes y me ausentaré en ciertas ocasiones, y ellas siempre han recibido mis propuestas con los brazos abiertos, dándome todas las facilidades para elegir los campos clínicos, los horarios y las rotaciones necesarias. Además, siempre cuento con su apoyo al momento de los logros, son las primeras en felicitarme y mostrar su gratitud. De verdad no tengo nada más que agradecimientos para la Escuela de Enfermería. 

¿Qué es lo más difícil de rendir como deportista y como alumna?

En mi caso lo más difícil son las horas de sueño. Decidí poner el deporte como prioridad, lo que implica no solamente competir fuera de Chile, si no que entrenar 3-4 horas diarias, ir al kinesiólogo todos los días, psicólogo, mantener las amistades y pololo, y a eso sumarle todo el estudio que requiere la carrera y las tareas que mandan las profesoras. 

Yo siempre trato de priorizar tener un buen dormir para poder rendir bien en todo al día siguiente, pero a veces esto se hace difícil por la poca cantidad de tiempo que queda después del día. Lo más difícil para mí ha sido el poder soltar un poco la exigencia académica, dejar de pensar siempre en el 7 y bajar un poco mis niveles de exigencia para poder funcionar bien en lo demás. Desde que hice eso me siento más tranquila y recargada de energía para poder dar lo mejor de mí (dentro de lo posible) en cada área.

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