El riesgo a padecer trastornos alimentarios afecta alrededor del 12% de los adolescentes del país con una mayor prevalencia en mujeres. Alejandra Espinosa, docente de Nutrición y Dietética UC, recomienda reforzar una relación positiva con la imagen corporal y con la alimentación en el hogar.
Fecha: 30 de noviembre 2021
El aumento del estrés y la angustia, el aislamiento, la hiperconectividad a redes sociales y el contacto con influencers nocivos en etapas en que se define la identidad son solo algunos de los factores que han contribuido a elevar en un 30% las consultas asociadas a trastornos alimentarios en adolescentes chilenos durante la pandemia.
En el marco del Día Internacional de la lucha contra los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA), Alejandra Espinosa, académica de la carrera de Nutrición y Dietética UC, explica la importancia de mejorar rutinas de alimentación saludable en el hogar y en familia, que incluyan todo tipo de alimentos, así como fortalecer la autoestima valorando las características propias no asociadas a la imagen corporal.
Si bien estos trastornos se asociaron por muchos años a países desarrollados, hoy se han detectado en diversos países sin importar el nivel de desarrollo y cultura. Asimismo, estos cuadros predominan en mujeres adolescentes y jóvenes; sin embargo, en los últimos años se ha visto un aumento en la incidencia en hombres y en todos los grupos etarios, apareciendo a edades cada vez más tempranas.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha ubicado a los TCA entre las enfermedades mentales de prioridad para niños y adolescentes, dado el riesgo para la salud que implican. Los más frecuentes en la adolescencia son Anorexia Nerviosa (AN), Bulimia Nerviosa (BN), Trastorno por Atracón y Otros Trastornos Alimentarios y de la Ingestión de Alimentos Especificados.
Durante la pandemia se ha evidenciado un aumento importante de estos trastornos en alrededor de un 30%. Esto, según expertos, se debe a una disminución de los factores protectores como interrupción de rutinas y limitación de actividades al aire libre, afectando los patrones de alimentación, sueño, actividad física y bienestar mental.
“El aislamiento social, la exposición a las redes sociales, mayor información -o desinformación-, colaboran en la agudización de la vulnerabilidad especialmente de jóvenes en situación de encierro, con poco contacto social, y altamente inseguros respecto de sí mismos en cuanto a su apariencia y su identidad”, comenta Alejandra Espinosa.
La especialista en nutrición asegura que “es muy relevante estar atentos a lo que pasa con nuestros hijos e hijas o familiares cercanos. Comer en familia es un buen momento para pesquisar y prevenir TCA, es importante transmitir comentarios positivos relativos a la imagen corporal, neutralidad en relación al peso corporal, tener acceso a alimentos diversos, participar todos en la preparación de alimentos y centrar la belleza y los valores personales más allá de las apariencias”.