¿Cuándo iniciar la Alimentación Complementaria?

A partir de los 6 meses o 26 semanas, mientras se continúa el amamantamiento o la alimentación con fórmulas lácteas. El niño(a) a esta edad tiene madurez de su desarrollo motor, es capaz de manifestar sensaciones de hambre y saciedad, con aceptación o rechazo de los alimentos ofrecidos.

¿Por qué debe ser a esta edad?

A los 6 meses de vida la leche materna no cubre las necesidades de energía y de algunos nutrientes en

su totalidad. Los niños a esta edad han alcanzado un grado de maduración digestiva, renal, motora e

inmune suficiente y están preparados para la introducción de otros alimentos.

      • La incorporación prematura de la alimentación complementaria puede favorecer la aparición de

intolerancia, alergias alimentarias o diarreas.

      • El retraso en su inicio puede conducir a deficiencia de proteínas, de cereales necesarios, de

grasas saludables, de vitaminas y de minerales como el hierro y zinc. Además, puede favorecer el

desarrollo de trastornos de los hábitos alimentarios y de algunas alergias.

¿Por qué es importante la alimentación complementaria?

Esta incorporación persigue apoyar sus requerimientos nutricionales para lograr un adecuado crecimiento y desarrollo, impactando la salud a corto, mediano y largo plazo.

La alimentación complementaria debería conducir al consumo de una variedad de alimentos que, junto con satisfacer los requisitos nutricionales, al mismo tiempo favorezca conductas, habilidades y actitudes óptimas relacionadas con los alimentos.

Estructura de la alimentación

En el inicio de la alimentación complementaria son importantes tanto los aspectos del ambiente como las interacciones con los padres/cuidadores, quienes ponen los límites, prácticas y normas en relación con los alimentos y las ocasiones para comer. Es decir, los adultos son responsables de decidir cuándo, dónde, cómo y qué comen los niños y el niño es responsable de decidir cuánto comer. 

La alimentación respetuosa o receptiva ayuda al niño a autorregular el hambre y el apetito, responder adecuadamente a las señales interoceptivas y disfrutar de una amplia variedad de alimentos nutritivos. El acto de comer no solo da como resultado la ingesta de nutrientes, sino que también da una oportunidad para APRENDER. Comer no solo impacta el crecimiento físico y la salud general del niño, sino también su desarrollo emocional, neurológico y psicosocial.

Los adultos a cargo no deben presionar, coaccionar, obligar, restringir abiertamente o recompensar al niño con respecto a la alimentación.

Recomendaciones

A. Ambiente físico: entorno agradable y tranquilo, usando utensilios que identifiquen como propios, sin distracciones (televisión, móviles). Cuando sea posible, sentar al niño frente a los otros miembros de la familia para que pueda interactuar con ellos. Acercar al niño a la mesa de forma segura, utilizando una silla apropiada. 

 

B. Tiempo: un horario aproximado de comidas, con flexibilidad, puede ayudar a la anticipación y regulación del lactante. Como orientación, 4 o 5 tomas al día.

 

C. Ambiente humano: Ser paciente con el ritmo de adquisición de los nuevos logros. Ante las situaciones negativas (no come, no le gusta, se porta mal), mantener una actitud neutra, evitar enfadarse, no mostrar el enfado. Una conducta muy controladora o exigente de los padres impide que el niño aprenda a autorregularse. Disfrutar de la comida en familia, reforzando los logros. No utilizar los alimentos como premios o castigos, ni como consuelo o chantaje.

 

El comportamiento del cuidador durante la instauración de la alimentación complementaria es esencial en el establecimiento de unos hábitos alimentarios adecuados y en ayudar a la prevención de futuros problemas de relación con la comida (obesidad, anorexia, fobias). Se recomienda alimentar al lactante y al niño pequeño aplicando los principios de cuidado psicosocial adecuados y se establecen normas de alimentación receptiva:

-Dar de comer al lactante y ayudar a que coma por sí solo en la medida que progresan sus habilidades motoras, atendiendo sus señales de hambre y saciedad. 

-Dar de comer despacio y con paciencia y animar al niño a comer, pero no forzar la alimentación.

-Si el niño rechaza muchos alimentos, experimentar con diferentes combinaciones de comida, sabores y texturas y métodos para animarle a comer. 

-Minimizar las distracciones durante las comidas si el niño pierde el interés con facilidad. 

-Recordar que el tiempo de la comida es un período de aprendizaje y amor. Se sugiere hablar con el niño durante la comida estableciendo contacto visual. 

-Es importante recordar que los niños comen despacio y necesitan que se les dedique tiempo extra, atención y ánimo y que los adultos que les ayudan deben armarse de paciencia. Siempre deben estar supervisados mientras comen.