La papilla (o sopa mixta): Debe contener cereales, vegetales variados según la disponibilidad, carnes bajas en grasa, de vacuno, pollo o pescado y aceite vegetal crudo. No debe agregarse sal. El postre debe ser fruta fresca, sin adición de azúcar.


Cereales: aportan energía y fibra (los integrales), están conformados fundamentalmente por carbohidratos y son el arroz, la quínoa, el cuscús, el trigo, avena, centeno y cebada (los últimos cuatro contienen gluten, que debe iniciarse en todo niño a los 6 meses, aún en familias con enfermedad celíaca).

Verduras y frutas: conformados por carbohidratos, aportan fundamentalmente carbohidratos, fibra, muy pequeñas cantidades de proteínas vegetales, vitaminas, minerales y fibra, junto con otras sustancias no nutrientes como los antioxidantes.
– Se aconseja introducir progresivamente toda la variedad de frutas y verduras disponible. No hay unas frutas mejores que otras para comenzar, la decisión dependerá de los gustos de la familia. Las más frecuentes son el plátano, manzana y pera, Sin embargo, las fresas, arándanos, y la mora se deben lavar muy bien.
– Los jugos de fruta natural no ofrecen ningún beneficio nutricional respecto a la fruta entera. Su ingesta elevada puede contribuir a mayor aumento de peso (por el mayor aporte de calorías procedente del azúcar que naturalmente tienen) y también a menor aumento de peso (al desplazar el consumo de otros alimentos). Además, aumentan el riesgo de caries. Por tanto, se recomienda postergar su consumo hasta después del año de vida (máximo 140 mL al día).

Carnes de vacuno, aves, pescado y mariscos: Son alimentos ricos en proteínas, vitamina A, hierro, zinc y folatos. Deben ofrecerse diariamente y de forma variada, especialmente aquellos ricos en hierro.
Huevo: también rico en proteínas y folato, debe consumirse siempre cocido por el riesgo de transmisión de Salmonella y para facilitar la digestibilidad de la albúmina de la clara.

Frutos secos: aportan ácidos grasos poliinsaturados, que resultan vitales para la formación de las membranas celulares, particularmente de las células nerviosas, que en los niños están en pleno crecimiento y desarrollo. No contienen colesterol, y la fibra contribuye al tránsito intestinal adecuado.
Se recomienda ofrecerlos molidos o en crema, ya que enteros aumenta en riesgo de atragantamiento en los menores de 3 años.
Aceites: son fuente de energía, a través de grasas de origen vegetal, el de soya o canola son buena fuente de ácidos grasos poliinsaturados, los aceites de origen marino aportan Omega 3 y el de oliva aporta AG monoinsaturados. Al momento de servir se recomienda agregar 2,5-3,0 ml de aceite vegetal crudo (para 200g de sopa).
Condimentos: Se pueden agregar algunos condimentos naturales de sabores no muy intensos como ajo, cebolla, orégano, comino, laurel, en cantidades pequeñas.
Agua: desde los seis meses puede ofrecerse agua, se puede dar a beber 20 ml a 50 ml 2 a 3 veces al día separándola de la leche. Si el niño se rehúsa a recibir agua, no es aconsejable modificar su sabor agregando cualquier tipo de saborizante, lo correcto es seguir ofreciendo solamente agua para que pueda adquirir el hábito. Se puede ofrecer en vaso o taza, contribuyen al aprendizaje y desarrollo del bebé, no interfieren con la succión, ya que permiten que este sólo tome lo que necesita.
Los edulcorantes artificiales: (sacarina, aspartame, sucralosa, Stevia u otro) no debieran ser utilizados en los alimentos para niños(as) menores de 2 años.